Ok, hora de superar el síndrome del post en blanco y empezar a escribir; cuando mis plazos fatales actuales pasen, espero publicar cosas más digeridas.
En este post sólo quiero dirigir la atención de mis aún inexistentes lectores a una reseña publicada por Bill McKibben en la New York Review of Books. Recomiendo leerla entera, pero para abrir el apetito, o informar a quien no lea inglés, aquí van algunos trozos como aperitivo. Las citas originales en inglés están en la versión anglófona del post.
Update: acabo de notar que el texto completo de la reseña está traducido aquí.
McKibben reseña varios libros relacionados con el calentamiento global, partiendo por el más alarmante y pasando luego a otros más esperanzados. El primero y más de terror es The Revenge of Gaia: Earth's Climate in Crisis and the Fate of Humanity de James Lovelock ("La revancha de Gaia: El clima de la Tierra en crisis y el destino de la humanidad").
Lovelock es el conocido creador de la hipótesis Gaia, que plantea (siguiendo la descripción concisa de McKibben) que "la tierra puede ser útilmente considerada como un único organismo empeñado en mantenerse estable". No comparto mucho ese punto de vista (especialmente en lo de "útilmente"), pero Lovelock es un tipo inteligente como pocos, y pese a algunos errores y controversias en su carrera, es alguien a quien vale la pena escuchar, sobre todo si el tema es nuestro planeta en su conjunto.
¿Y qué es lo que le espera a nuestro pálido punto azul?
Lovelock predice —de manera más pesimista que cualquier otro observador competente del que yo tenga noticia— que ya hemos empujado el planeta más allá del punto crítico, y que pronto veremos incrementos de temperatura notoriamente rápidos, bastante más allá de los previstos en la mayoría de los modelos computacionales en uso —que ya son bastante preocupantes.A continuación describe varios de los mecanismos de retroalimentación que pueden ponerse en marcha para hacer las cosas peores que lo actualmente predicho.
Todos estos procesos o algunos de ellos serán suficientes, estima Lovelock, para enviar a la Tierra a un estado catastróficamente más cálido, tal vez ocho grados más que ahora en las zonas actualmente templadas, en el curso de unas pocas décadas, y para que el calor vuelva la vida como la conocemos imposible en muchos lugares.Un pequeño porcentaje de la humanidad podría sobrevivir, si líderes sabios organizan su traslado a las cercanías de los polos. ¿Un punto de vista extremo? Por cierto. Lovelock lo sabe, y McKibben da algunas razones para el escepticismo. Pero, por otro lado...
Dicho eso, hay pocas personas en el mundo —tal vez ninguna— con el mismo tipo de sentimiento intuitivo de como la tierra se comporta en su conjunto. [...] Más aún, durante los últimos veinte años, el período en que la ciencia del efecto invernadero ha emergido, la mayor parte de los efectos del calentamiento sobre el mundo físico han resultado en realidad más graves que lo originalmente predicho. Los lectores regulares de Science y Nature han estado sometidos a una carga casi semanal de datos apocalípticos, casi todos ellos mostrando resultados en el extremo superior de los rangos previstos por los modelos climáticos, o definitivamente por sobre ellos. Comparado con los modelos originales de hace unos pocos años, el hielo se está derritiendo más rápido; los suelos de los bosques están soltando más carbono al irse calentando; las tormentas están aumentando en tamaño y número mucho más rápido.Soy uno de esos lectores regulares, y McKibben tiene razón; las noticias preocupantes sobre el estado del planeta han sido incluso más frecuentes que los reportes de las políticas anticientíficas de los Republicanos (otra tónica de los últimos años, por suerte más fácil de resolver). Nadie espera que El Día Después de Mañana llegue pronto, pero la aceleración por sobre los modelos originales es una fuerte advertencia, y una posible señal de que el punto de no retorno ya quedó atrás. A continuación McKibben cita a James Hansen de la NASA, "el climatólogo top del planeta".
Hansen no es tan pesimista como Lovelock. Pese a que recientemente declaró que la Tierra está cerca de lo más caliente que ha estado en un millón de años, dijo que tenemos tiempo hasta el 2015 para revertir el flujo de carbono hacia la atmósfera, antes de que crucemos una frontera y creemos "un planeta diferente". Cuando Hansen hizo esta advertencia en diciembre pasado teníamos diez años para cambiar el curso, pero pronto tendremos sólo nueve, y ya que nada ha ocurrido en el intertanto que sugiera un pronto esfuerzo mayor para reducir las emisiones de gases de invernadero, la divergencia entre Hansen y Lovelock puede ser sólo académica. (De algún modo resulta poco reconfortante tomar el partido del tipo que dice que tienes una década.)Para reducir la fuerza de la ola Lovelock ha estado promoviendo la energía nuclear, para el desmayo de sus antiguos seguidores ambientalistas. El argumento que plantean Lovelock y muchos otros es que las plantas nucleares pueden ser un puente necesario hacia el momento en que las tecnologías para energías renovables estén listas; del otro lado, muchos piensan que las energías "verdes" apropiadas ya son posibles. Y aquí McKibben pasa a comentar The Solar Revolution: The Economic Transformation of The Global Energy Industry de Travis Bradford ("La revolución solar: La transformación económica de la industria energética global"),
Lo que es sorprendente es que incluso la excelente y atemorizadora película Una Verdad Inconveniente de Al Gore ya ha quedado atrasada respecto del conocimiento de punta en este tema —la ciencia se está moviendo rápido. Es cierto que el mundo está lentamente comenzando a despertar a la idea de que el calentamiento global es un problema real, y que las legislaturas (aunque no la nuestra) están comenzando a abordarlo. Pero muy pocos entienden con verdadera profundidad que una ola capaz de reventar la civilización se está formando, y que la única pregunta real es acaso hay algo en absoluto que podamos hacer para reducir su fuerza.
...que argumenta en extenso y con gran detalle que pronto estaremos cambiándonos a los paneles solares para nuestra energía, en parte por razones ambientales pero principalmente porque pronto estarán produciendo energía tan barata como cualquier otra fuente, y más fácil de instalar. Esta es una afirmación bastante sorprendente [...] pero él plantea el caso de manera convincente.La experiencia más esperanzadora parece ser la de Japón, donde un programa gubernamental de subsidio a los paneles solares en los techos ha logrado crear una demanda creciente (que sigue creciendo incluso ahora que el subsidio casi ha desaparecido) y hacer bajar los precios.
En cualquier caso, Bradford dice que la demanda japonesa por energía solar (y un programa igual de grande ahora en Alemania) serán suficientes para bajar sostenidamente los precios de producción de los paneles solares. Incluso sin grandes avances tecnológicos, que él considera tentadoramente cercanos, los materiales actuales se pueden hacer mucho más baratos.Y avances tecnológicos pueden esperarse; hay frecuentes informes de mejoras (click aquí para algunas noticias recientes), y es de esperar que la nanotecnología haga también su parte. Pero aún así,
...incluso la adopción masiva de energía solar no pondría fin a la amenaza del calentamiento global. La transición económica que nuestra situación requiere es mayor y más dolorosa que eso. Algunos científicos han estimado que sería necesaria una reducción inmediata de un 70 por ciento en el consumo de combustibles fósiles sólo para estabilizar el clima en su actual nivel que de por sí ya derrite el planeta. Y esa reducción se vuelve más difícil aún al ser requerida justo en el momento en que China y la India han comenzado a quemar grandes cantidades de combustibles fósiles en la medida en que sus economías crecen....lo que da paso a una breve reseña de China Shifts Gears: Automakers, Oil, Pollution, and Development por Kelly Sims Gallagher ("China pasa cambio: productores de autos, petroleo, contaminación y desarrollo"). Saltaré a la última e interesante línea de esta parte:
En retrospectiva, es probable que los historiadores concluyan que el mayor error ambiental de la administración Bush no fue el no hacer nada para reducir el uso de combustibles fósiles en Estados Unidos, sino el no hacer nada para ayudar o presionar a China para que transformase su economía en un momento en que esa intervención pudo ser decisiva.Hora de actuar, y McKibben reseña dos estupendos libros llenos de ideas: WorldChanging:A User's Guide for the 21st Century, editado por Alex Steffen ("WorldChanging: Una guía del usuario para el siglo 21"), y Design Like You Give a Damn: Architectural Responses to Humanitarian Crises, editado por Architecture for Humanity ("Diseña como si te preocupara: Respuestas arquitectónicas a crisis humanitarias"). Poco que decir sobre el segundo, salvo para hacer notar que la mayor parte de las brillantes ideas que presenta no han sido aplicadas, a pesar de ser prácticas y baratas. ¡Oh, Inercia!
WorldChanging se ve muy interesante, y fue hecho por "los alegres propietarios" del sitio WorldChanging Web, que yo no conocía hasta ahora pero que inmediatamente se incorporó al nivel top de mis feeds en bloglines. Wikipedia cita a Bruce Sterling llamándolo "el sitio web más importante del planeta", y McKibben parece estar de acuerdo:
Este es uno de los sitios web más profesionales e interesantes que usted pudiera agregar a los favoritos de su navegador; casi cada día describen una nueva tecnología o técnica para ambientalistas. Su libro, una compilación de su trabajo a lo largo de los últimos años, es nada menos que The Whole Earth Catalog, aquella biblia hippie, rediseñada para la generación del iPod. Hay pequeñas notas sobre un millar de buenas ideas: comida lenta, agricultura urbana, automóviles a hidrógeno [...] Es un compendio de todo lo que una generación más joven de activistas ambientales tiene para ofrecer: creatividad, destreza digital, capacidad de networking, un optimismo sobre el futuro característico de la era Internet, y una profunda preocupación no sólo por los temas verdes sino que también por problemas asociados, como los derechos humanos, la pobreza, y la justicia social.No tengo un iPod, pero soy parte de su generación; me encantó la refencia al Whole Earth Catalog, un maravilloso esfuerzo de nuestros antecesores hippies del cual me entere hace no mucho, gracias a un amigo que a su vez lo descubrió a través de este inspirador discurso de Steve Jobs en Stanford (que recomiendo ampliamente, dicho sea de paso), donde declara el WEC "un predecesor conceptual de los motores de búsqueda en la Web". Tanto el WEC en su tiempo como WoldChanging ahora son excelente ideas (marca ese favorito, ¡ya!); sólo puedo desear que el segundo también se convierta en el predecesor de algo, y algo grande. La acción se necesita urgentemente, y en muchos niveles. Como McKibben hace notar hacia el final, no serán necesarios sólo individuos intrépidos e inteligentes, sino también comunidades cooperadoras y líderes visionarios, si queremos hacernos cargo del desafío. Concluyo transcribiendo el último párrafo de esta inspiradora reseña / llamado a las armas:
La tecnología que más se necesita es la tecnología de la comunidad —el conocimiento sobre cómo cooperar para lograr hacer las cosas. Nuestro sentimiento de comunidad está deteriorado, al menos en parte debido a que la prosperidad emanada de los combustibles fósiles baratos nos ha permitido volvernos en extremo individualistas, de un modo que, como recién ahora empezamos a entender, representa un verdadero trueque faustiano. Nosotros los estadounidenses no hemos necesitado a nuestros vecinos para nada importante, y por lo tanto el sentimiento de vecindad, la solidaridad local, han desaparecido. Nuestro problema ahora es que no hay camino hacia adelante, al menos si queremos de verdad prevenir las peores pesadillas ecológicas, que no pase por trabajar juntos políticamente para hacer cambios lo suficientemente profundos y rápidos como para que importen. Un impuesto al carbono sería un buen lugar para empezar.
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